Al poner un rollo fotográfico en una cámara analógica, materialmente solo hay 36 oportunidades para que el espejo del aparato se levante y la luz queme el celuloide. A partir de este proceso, esta obra reinterpreta la fotografía a través de los sonidos producidos por la materialidad del dispositivo fotográfico, y a través del pasaje algorítmico de lo visual a lo sonoro mediante una traducción desde el historiograma de una imagen a su conversión en espectrogramas.